Acabamos de terminar nuestro bizcocho y vaya…, nos damos cuenta que nos ha quedado demasiado hecho y parece seco, ¿y ahora qué hacemos?, seguramente ya no resulte tan delicioso a la hora de comerlo. No os alarméis, todavía hay una posible solución para intentar arreglar nuestro postre.
Recién sacado el horno, y puesto que nuestro bizcocho todavía está caliente, los enrollaremos en un trapo húmedo para que se humidifique y, si con esto no es suficiente, lo abriremos por la mitad y le añadiremos lo que más nos apetezca: mermelada, miel, dulce de leche…
Si nuestro problema es que sólo se ha tostado demasiado, entonces la solución es distinta. Esperaremos a que se enfríe, le quitaremos con un cuchillo bien afilado la capa superior y le daremos la vuelta, lo cubriremos con una mezcla de azúcar glas y zumo de limón o con una salsa ligera de chocolate.
Con estos dos trucos seguro que nuestro bollo quedará exquisito.
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